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8 octubre, 2025

Boscoli Kriek contraste y armonía en tres platos

Hay cervezas que se disfrutan; y hay otras, como la Boscoli Kriek, que se recuerdan. Roja intensa, con reflejos rubí y una espuma ligera de tono rosado, esta cerveza belga combina la frescura de una witbier con la seducción frutal de las cerezas agrias. En nariz, revela notas dulces y ácidas, como de mermelada recién […]

Hay cervezas que se disfrutan; y hay otras, como la Boscoli Kriek, que se recuerdan. Roja intensa, con reflejos rubí y una espuma ligera de tono rosado, esta cerveza belga combina la frescura de una witbier con la seducción frutal de las cerezas agrias. En nariz, revela notas dulces y ácidas, como de mermelada recién hecha; en boca, su cuerpo ligero y efervescencia fina equilibran el dulzor de la fruta con una acidez elegante y refrescante.

La cerveza Boscoli Kriek es, ante todo, una bebida versátil: ideal para aperitivos, platos con contraste o postres que piden frescura. Pero donde realmente brilla es en maridajes que juegan con los opuestos, combinando lo salado, lo ácido y lo dulce con precisión belga. El ejemplo perfecto: queso azul con pan de centeno y compota de frutos rojos.

Acompañemos este encuentro de sabores con dos maridajes adicionales que revelan otras facetas de esta cerveza única.

Queso azul con pan de centeno y compota de frutos rojos

Imagina una rebanada de pan de centeno tibio, denso y ligeramente especiado. Sobre él, una capa de queso azul cremoso, salado y poderoso, y encima una cucharadita de compota de frutos rojos que equilibra el conjunto con su dulzor ácido. Al primer sorbo de Boscoli Kriek, ocurre el milagro: la acidez limpia la grasa del queso, el dulzor se enlaza con la compota, y las notas de cereza envuelven el paladar como si todo hubiera sido planeado para encontrarse.

El pan, con su toque terroso, actúa como ancla para la efervescencia ligera y los matices de cereal de la cerveza. La combinación es rica pero equilibrada, con cada elemento en su lugar: el queso manda, la fruta responde y la cerveza media. Es una muestra de que el maridaje perfecto no siempre está en los extremos, sino en el diálogo.

Este tipo de contraste —sal y dulzor, grasa y acidez— es la esencia del maridaje belga. Por eso, en Bruselas o Brujas, una Kriek como la Boscoli se sirve con quesos intensos o con foie gras: ambos encuentran en su perfil frutal un aliado inesperado.

Ensalada de espinacas con pera, nuez caramelizada y vinagreta de frambuesa

La frescura de la Boscoli Kriek se presta también para ensaladas con frutas, donde la acidez y el dulzor se encuentran de forma natural. En este caso, la combinación de espinacas baby, láminas de pera madura, nueces caramelizadas y una vinagreta de frambuesa logra un equilibrio entre lo verde, lo crujiente y lo afrutado.

El toque tostado de las nueces resuena con las maltas suaves de la cerveza; la pera aporta dulzor redondo, y la frambuesa se mezcla con la cereza en un juego aromático delicioso. Cada sorbo de Boscoli actúa como un amplificador de frescura: limpia el paladar y al mismo tiempo prolonga el sabor frutal.

Es una opción ligera, elegante y visualmente preciosa: una ensalada que podría estar en la carta de un bistro bruselense.

Tarta de queso con base de galleta y coulis de cereza

Para cerrar, un maridaje dulce que celebra el ADN frutal de la cerveza Boscoli Kriek. Una tarta de queso clásica, horneada sobre base de galleta, con textura cremosa y una capa generosa de coulis de cereza, encuentra en esta cerveza una compañía ideal.

La acidez natural de la Kriek realza el sabor del queso, equilibra el azúcar del postre y aporta burbujas que refrescan la boca. A diferencia de un vino dulce o un café, la cerveza no satura, sino que reinventa el postre con cada sorbo. Además, las notas florales y de almendra sutil que emergen al final de la copa refuerzan los aromas del coulis.

Este es un maridaje de continuidad más que de contraste: la fruta de la cerveza y del postre se vuelven una sola voz, cantando en el mismo tono rojo.

El espíritu de las cervezas Kriek

Las cervezas Kriek son uno de los grandes legados de Bélgica al mundo cervecero. Nacidas en el valle del Senne, se elaboran tradicionalmente a partir de lambic —cervezas fermentadas espontáneamente con levaduras silvestres— maceradas con cerezas agrias (krieken). El resultado es una bebida viva, vibrante, con acidez característica y una capa frutal inconfundible.

La Boscoli Kriek, elaborada con una base más suave de witbier y jugo natural de cereza, moderniza esta tradición para hacerla más accesible, sin perder autenticidad. Es una cerveza alegre, fresca y sorprendentemente gastronómica: ideal para quienes buscan maridar sin complicaciones, pero con elegancia.

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